Hola, soy la Dra. Cristina Pascual. Nací en Guinea Ecuatorial cuando era una colonia española, el 11 de Agosto de 1967. Allí viví 1 año y a la edad de 9 años me trasladé a Barcelona. Ya a esa edad tenía claro que quería ser médico y acabé estudiando medicina en la Universidad Autónoma de Barcelona, una de las mejores universidades de España, desde 1986 a 1992. Esos años de estudiante los recuerdo con mucho cariño porque además de ver cumplido mi sueño conocí al que hoy es mi marido a pesar de que siempre había dicho que no me quería casar con un médico!
En 1992 inicio mi formación como residente en el Hospital de la Vall d´Hebron obteniendo el título de especialista de Dermatología y Venereología en 1996.
He trabajado como médico adjunto en el Servicio de dermatología del hospital de la Vall d´Hebron desde 1996 hasta noviembre de 2105. He sido profesora adjunta en la Unidad docente de la universidad por lo que impartí clases de la asignatura de dermatología y durante estos años he participado como ponente en diversos congresos y cursos de doctorado organizados por mi hospital.
El año pasado decidí pedir una excedencia del Hospital público porque conciliar la vida familiar y profesional no es fácil y actualmente me dedico sólo a la dermatología privada. Soy madre de 3 hijos ya adolescentes y trabajar en la medicina pública y privada requiere una dedicación que ya no me podía permitir si quería seguir llevando una familia. De esta decisión no me arrepiento ya que no me he desvinculado totalmente del hospital público pues 2 veces por semana asisto y colaboro en las sesiones clínicas y bibliográficas de mi antiguo servicio para mantener mis conocimientos al día y seguir teniendo contacto con mis antiguos compañeros.
Lo bonito de la medicina es que siempre hay cosas nuevas que aprender sea en la medicina pública o en la privada. Un profesor de la facultad nos decía, y con toda la razón, que en medicina 2 más 2 no siempre suman 4 y eso hace que no sólo sean necesarios los conocimientos sino también la intuición. La medicina requiere tener sentido común, disciplina y sobre todo ganas de seguir aprendiendo porque constantemente están apareciendo nuevos tratamientos, nuevas técnicas diagnósticas y nuevos diagnósticos. Eso es lo bueno de la medicina que siempre hay nuevos retos y nunca te aburres.